La diferencia de similitud y semejanza manejada por Magritte.
“Magritte, por su parte, procede por disociación: romper sus vínculos, establecer su desigualdad, hacer actuar una de ellas sin la otra” (Foucault,1981: 63) La semejanza tiene un patrón que a su vez sigue una jerarquía, cada copia es más débil, supone una referencia a la primera que clasifica, ordena y prescribe.
Por el contrario, la similitud se desarrolla en series que no tienen comienzo ni fin, no tiene jerarquía, no cuenta con una referencia fijada y sin embargo se propagan de pequeñas diferencias en pequeñas diferencias.
La semejanza forma parte de la representación mientras que la similitud se ocupa de ser la repetición que circula a su alrededor. Manejada por la jerarquía y el orden no puede proponer más que una imagen funcionando como índice, que Pierce lo define como «Representación de…»
Podría decirse que la semejanza propone servir a la mimesis, la representación de las cosas sin afirmar que lo son. Sin embargo, la similitud maneja de una manera interesante las imágenes, ya que cuestiona tras la seriación de las mismas ¿Qué representa qué? Entonces el orden ideal se rompe y el simulacro marcha en un sentido reversible.
“[…] la semejanza: esta da a conocer lo que es bien visible; la similitud da a ver lo que los objetos reconocibles, las siluetas familiares, ocultan, impide ver, hacen invisible.” (Foucault, 1981:68) Comprendamos, entonces. La semejanza como siempre lo mismo, si algo esta a la derecha igual debe estar a la izquierda.
En cambio, la similitud retoma las diferentes afirmaciones, dado que todas son correctas, fluyen dentro del simulacro puesto que logramos divisar los diferentes objetos reconocibles dentro de la imagen. Por tanto, tenemos que la semejanza se convierte en lo que el mundo ofrece.
“[…] se responden en el plano del cuadro, sin afirmar ni representar nada.” (Foucault, 1981: 73) Si bien, el autor nos menciona dos formas en las que la similitud puede desprenderse de la aserción representativa. Podría decirse que la primera parte es de la metamorfosis, aquella en la que nada representa nada, por el contrario, quiebra las identidades.
A su vez la similitud puede afirmar que el mismo cuadro es su propio modelo. “[…] similitudes que no son fijadas por ninguna referencia: translaciones sin punto de partida ni soporte. (Foucault, 1981: 77)
Se trata de un texto denso en el cuál es aún más difícil comprender la diferencia entre semejanza y similitud; debemos partir de la realidad para comprender de lo que habla Foucault junto con Magritte y sus obras, que ciertamente rompen completamente la semejanza y abren completo paso a la similitud, puesto que nada representa nada y nada es una pipa.
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