Rizoma es un órgano vivo que se hace en su propio devenir, es la gran metáfora a la que Deleuze y Guattari recurrieron para explicar la imagen del mundo. Es decir, el rizoma no tiene principio ni fin, es movilidad y no tiene jerarquía; todo conecta con todo.
El arte se maneja bajo el concepto de rizoma porque es algo que no tiene ni un fin ni un principio, se actualiza y virtualiza, tiene un carácter nomadico, un modo de ser del arte: heterarquia.
El arte digital, al ser un flujo se convierte en un rizoma, dado que nunca es estático, ni esta en reposo, constantemente se encuentra en un devenir.
El rizoma tiene formas muy diversas. Es una antiestructura debido a que es un puro devenir, no tiene jerarquía, ni reglas, un trazo fijo o una ruta. Se opone contra la estructura que reprime.
El rizoma despliega una serie de líneas que no implican un significado arbitrario sino un desbordamiento de significantes y de acontecimientos.
“La obras que se nos presentan, que se nos muestran siempre han de prolongarse con la experiencia de extender hasta límites inconmensurables la participación del artista, espectador, obra” (…;145)
El arte internet se caracteriza por ser interactivo, conecta con todo tipo de arte, ensambla la composición de las obras que el espectador puede visitar una y otra vez por medio de la red.
“El espectador ya no concibe la obra sin poder participar en ella” (Mosqueda,2016:146)
Tema relacionado con el interactor, tiene conciencia de como la obra se conecta y reconecta generando muchas experiencias, sentimientos, etc.
Las obras de arte digital son fragmentadas, nos referimos al rizoma como líneas que se entienden en múltiples conexiones complejas.
Deleuze refiere a la multiplicidad como hilos que se mueven y extienden a partir de muchas conexiones.
Es decir, lo rizomático del arte que se mueve por internet no es solo la cuestión de links o hipervínculos, sino que también es parte de la iniciativa del espectador que mueve su mano para dar click.
Arte radicante de Nicolas Bourriaud refiere a un orden de la desterritorización de un espacio y tiempo que ya no posee solo referencias materiales sino también inmateriales, porque va más allá de la contemplación pasiva.
El interactor participa en la estructuración de la obra. El artista nunca cierra la obra con el fin de la contemplación.
El arte y el interactor son fundamentales para el arte que vivimos en la actualidad, la contemplación no es el fin de las obras que se abren a la acción rizomática, la digitalización, las conexiones y la heterarquía que existe dentro del nuevo arte.
Una visión estética interesante sobre la fragmentación y la infinidad de las obras artísticas creadas y apropiadas por el interactor.
Bibiliografía:
Mosqueda G., Claudia (2016). Un año de diseñarte. Rizoma: imagen y antiestructura del arte digital. UAM-A
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